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jueves, 25 de agosto de 2011

Para que subo?

Para que subo?

Cuando hablamos de montañismo, muchas veces nos hace pensar en para que subo?

La respuesta puede ser desde un porque me gusta, hasta un ¡me conecto con la naturaleza!, pero realmente el montañismo significa más, por ejemplo hace poco una amiga pregunto que cual era la razón de caminar 6 horas con peso, comer a medias, pasar frio y retornar mas traumado que contento, que cual era la razón de pasar penurias, que parecíamos masoquistas,  pero bien, realmente el fin de la aventura depende de cómo uno se lo plantee, ciertamente el llegar a un destino, escalar hasta la cima o conquistar cumbre, no es nada fácil, según el nivel de dificultad, pero solo el llegar y pensar, lo logre a pesar de las dificultades, nos hace sentir más grandes.



A mí me complace llegar a la cima y sentarme a contemplar lo maravilloso de la naturaleza, escuchar la brisa pasar hasta que se me olvide cansancio alguno y casi inmediatamente me planteo mi próximo reto, siento que todo eso existe por algún motivo y por eso hago mucho hincapié en que debemos cuidar nuestras montañas.

Así que por qué subo? Porque es emocionante, porque es grandioso, por que ayuda a mantener una buena salud, porque me desconecto por unos instantes de la inseguridad, la política y el stress, porque conozco nuevos amigos, porque puedo, porque me hace feliz, porque conozco cosas que nunca creí que existieran (si no me creen suban un tepuy y me cuentan), por que mantiene mi espíritu joven y aventurero, porque la vida es una y hay que vivirla a plenitud, por eso y muchos más.

En fin, ya saben que cada vez que quieran subir una montaña y le hagan esa pregunta, recuerden todo lo que les dije anteriormente y tendrán la plena satisfacción de conseguir el mejor motivo para subir sin trauma alguno.

Y recuerden una vez más que desde el pie de la montaña a la cima lo que único que hace falta son ganas.

David Benitez

martes, 23 de agosto de 2011

Las Ampollas

Son insidiosas y comienzan a molestar poco a poco, pero son capaces de arruinar completamente la excursión. Hay muchos tratamientos pero Karen Berger, autora de Trucos para excursionistas, nos da su opinión sobre lo que hay que saber sobre ampollas si vas a salir al campo.


Botas a medida. La prevención de las ampollas empieza cuando compras un par de botas nuevas. Tres claves para conseguir un perfecto ajuste: que la parte de los dedos sea lo bastante grande como para agitarlos, que no notes que tus dedos se aplastan contra el cuero cuando tropiezas con algo y bajas una cuesta, y que en la caña haya el sitio justo para que, si aprietas el pie hacia delante, te quepa un dedo entre la bota y el tobillo. Pero el tobillo no debe subir ni bajar en la bota mientras andas.
Compara tus nuevas botas con unas viejas. Una bota parece más dura y ajustada que una vieja y rodada. De todas formas, llévate un par de botas viejas realmente cómodas, o unas zapatillas de trekking para comparar las botas nuevas. Si la bota que pruebas te sienta demasiado diferente, sigue buscando.

Compra las botas por la tarde. Después del mediodía tus pies se hinchan, así que es entonces cuando has de probar las botas.
Empareja botas y calcetines. Existen varios grosores de calcetín, y el grosor que elijas influirá en cómo te sentará la bota. Los calcetines muy mullidos son una ventaja, sobre todo en terreno duro y rocoso. Asegúrate de probar las botas con el tipo de calcetín que piensas usar.

Plantillas. Hay plantillas de diversas formas y tamaños; medias plantillas para la parte de delante, plantillas sólo para el talón, ortopédicas, rellenas de gel, acolchadas que te prometen que caminarás sobre una nube… Las plantillas que vienen con la mayoría de las botas son baratas y delgadas. Si quieres usar unas más gruesas (que pueden llegar a ser muy cómodas) póntelas cuando te pruebes las botas.

Hazles el “rodaje” a tus botas. Hazlo incluso con las más ligeras. Da igual lo que te diga el fabricante sobre si necesitan o no ser domadas: lo necesitan. Tus pies y tus botas deben conocerse, y esto se consigue mucho más fácilmente sin la mochila puesta. No es agradable descubrir problemas de ampollas o de numeración en mitad de ninguna parte. Siempre hago 80 kilómetros de paseo cerca de casa con las botas nuevas antes de salir con ellas. Y no me salen ampollas.

Conoce tus pies. La mayoría de la gente tiene partes particularmente propensas a las ampollas. Dales un tratamiento previo a dichos puntos. También mucha gente tiene pies de tallas levemente distintas. Si la diferencia es notable, usa calcetines y plantillas diferentes para ajustarte a cada bota.

Trucos al atar los cordones. Algunos problemas de acomodación se pueden solucionar ajustando la bota a tu pie en unas partes más que en otras. Haciendo medios nudos o triples vueltas en el arranque de la caña, puedes lograr una presión en la caña de la bota distinta a la del empeine. Puedes apretar la punta pero dejar algo más suelto el arranque y la caña; o puedes conseguir algo más de espacio en la puntera aflojando las vueltas sobre los dedos, haciendo un nudo en el arranque y apretando más el tobillo.
Acolchar la bota. En el campo, prueba a usar esparadrapo para rellenar sitio en una bota demasiado grande, o para tapar una costura o protuberancia que te esté molestando.

Hazte la pedicura. Como poco, córtate las uñas de los pies. Es lo primero que hay que hacer si te empiezan a salir ampollitas a los lados de los dedos. Si después de cortada, la uña sigue clavándose en el dedo de al lado, envuelve la uña, el dedo, o ambos, en esparadrapo.

Amplía el espacio para los dedos. Una manera tradicional de domar las botas consiste en empaparlas, para luego secarlas andando. Primero ponte esparadrapo en las partes del pie propensas a las ampollas, ya que los pies mojados son más sensibles. Tras el remojo, ponte calcetines secos. A propósito: algunos expertos desaconsejan esto, pues dicen que la inmersión no es buena para el cuero. Tal vez sea cierto, pero entonces me pregunto: ¿qué hacen cuando les llueve durante una semana? Una vez se hayan secado las botas, trátalas con grasa especial.

Calcetines finos. Ponte calcetines finos de tejido sintético transpirable (como Thermax o polipropileno), que expulsen el sudor del pie. No lleves calcetines de algodón ni de mezcla. El algodón absorbe varias veces su peso en agua y la mantiene pegada a tu piel, en donde puede causar ampollas. De veras.

Calcetines exteriores. Deberían ser de lana de peso intermedio, quizás con algo de fibra para que mantengan la forma y tengan más resistencia (los calcetines de pura lana virgen tienden a desgastarse antes que las mezclas 80-20%). Los calcetines especiales para trekking llevan suelas más gruesas para mayor comodidad de la planta del pie. La diferencia es pequeña, aunque tras decenas de miles de pasos en un día, las pequeñas diferencias se notan.

Ponte calcetines secos a la hora del almuerzo. Cuando caminas durante un día templado, tus pies se sienten bastante bien. Te sorprenderá saber lo húmedos y sudorosos que en realidad están. En los descansos más largos, como al ahora del almuerzo, aprovecha para ventilar los pies y los calcetines. O ponte un par seco.
Ventila los calcetines. En el campamento, comprueba si tus calcetines tienen semillas, arena, tierra o resina pegada (que puede endurecerse y causar ampollas). Tras quitar los pinchos, ventila los calcetines. Se nota la diferencia cuando llevas los mismos calcetines puestos varios días.

Haz la colada. Aprovecha el tiempo seco para enjuagar los calcetines finos en cuanto llegues al campamento (tardan más de lo que piensas en secarse, y un par de horas más de sol, se notan). Si los calcetines finos siguen húmedos al amanecer, ponte unos de repuesto y cuelga los otros en la parte de  atrás de la mochila para que se sequen bien: los calcetines pueden engancharse en las ramas que penden sobre el camino.
Cuida tus pies. Mételos en un arroyo. Lávalos y sécalos. Échales algunos polvos para los pies. Dales un masaje. Mejor aún: intercambia masaje con un compañero de excursión complaciente. El masaje estimula la circulación de la sangre en los pies y ayuda a eliminar los ácidos lácticos que se derivan de la actividad muscular. Y en cualquier caso, ¡un masaje de pies es una gozada!

Lleva zapatillas. Si el terreno es fácil, el clima razonablemente seco, y vas a andar sólo un par de días (de modo que no llevas toneladas de comida), tal vez ni necesites botas. Es una opción personal: hay quien nunca renunciaría a la sujeción que una caña le da al tobillo. Si llevas botas, considera la posibilidad de transportar algún calzado de campamento para mayor comodidad. Si este calzado son zapatillas de deporte, recuerda que puedes ponértelas para caminar cuando tus botas te causen ampollas.

Ampollas: tratamiento
 
Detente ya. En el preciso instante en que sientas que algo te pellizca, te roza o, de algún modo, molesta tu pie, ¡alto! Ni un segundo más tarde. Las ampollas más graves —las que te hacen sentir el pie como carne picada— se deben a la violación de este sencillo principio. No haces caso al dolor porque eres muy duro. Sigues porque no queda mucho hasta el otro campamento. No eres un flojucho. Vale, como tú quieras: pies de hamburguesa.

Localiza el problema. A menudo el problema es pequeño y se puede arreglar. Pongamos que un grano de arena enterrado en la piel sudorosa, o un calcetín torcido. Si el problema está en tu bota, frota el interior de la misma con una navaja cerrada o un pequeño canto rodado. Esta sencilla y rápida reparación te dará el milímetro de espacio que necesitas.

Deja secar los pies sudados. A veces la causa de las ampollas está en unos pies sudados que resbalan dentro de unas botas demasiado rígidas. Llevar polainas (incluso de Gore-Tex) en un día de calor puede aumentar el sudor. Deja secar los pies sudados antes de aplicarles tratamientos adhesivos, como la piel sintética, ya que los adhesivos no se pegan bien a la piel mojada.

Protege la zona. Un pequeño punto rojo causado por un grano de arena que has encontrado y sacado, puede que sólo precise un parche. Otra herida más desagradable tal vez precise un acolchamiento adicional, como una capa de tira protectora. Es mejor ponerla encima del parche, para que el adhesivo no se pegue a la parte delicada. Así no complicarás el problema a la hora de quitarlo todo.

Pinchar o no pinchar. Si ya te ha salido la ampolla, adelante, pínchala. Se ha discutido mucho al respecto, pero en el campo lo normal es que la ampolla acabe reventando por la presión continuada. Así será mejor que la pinches tú mismo cuando, al menos, puedes garantizar unas condiciones higiénicas. Usa una aguja esterilizada (ponla sobre una cerilla encendida y luego sumérgela en alcohol). Limpia la ampolla con un chorrito de alcohol, pínchala, ponle una pomada antibiótica para asegurarte y cúbrela con un parche.

Parches. El mejor remedio que conozco contra las ampollas es la piel sintética de Spenco llamada Second Skin (Segunda Piel). Este parche evita la presión sobre la ampolla y alivia el dolor. Es interesante que el producto se desarrollara originalmente como tratamiento antiquemaduras, ya que al fin y al cabo las ampollas no son más que quemaduras por fricción. Pon el gel directamente sobre la ampolla y cúbrelo con esparadrapo.
Por desgracia, este producto no se encuentra siempre, así que tal vez debas recurrir al viejo sistema de agujerear varias capas de compresa para hacerle un cómodo lecho a la ampolla, y luego recubrirlo con tira protectora y esparadrapo. Existe una compresa estéril engrasada (para quemaduras) que, además, puede proporcionar alivio

lunes, 22 de agosto de 2011

Guia para guias de montaña


GUIA PARA GUIAS DE MONTAÑA



    Acá no se pretende decir cómo deben de actuar y hacer un guía de montaña, ya que eso no es algo que se aprenda en una escuela o universidad, eso se aprende por la experiencia diaria, mas sin embargo hay ciertas cosas que debemos saber para actuar como un verdadero guía.

Por ejemplo, yo he visto y conocido personas que dicen, yo sé un camino que atraviesa la tierra y salimos a la china, vamos que yo los guio, ha que bien, conoce el camino, pero la pregunta es, ¿realmente este señor es un guía?.
Quién sabe, pero lo cierto es que el hecho de conocer el camino no te hace ser un guía, ya que para serlo deben tener ciertas cualidades y características. Primero que nada debe estar comprometido con el grupo, Segundo un guía no solo es quien dice por dónde ir, sino como ir, que llevar, como llevarlo, marca el tiempo y ritmo de camino, asiste, ayuda, aconseja, auxilia y protege al grupo, puede ubicarse al principio, mitad o final del grupo, según lo requiera este, hasta carga más peso que los demás y con unas condiciones fisicas exelentes.
       Por eso y mucho más un guía debe de poseer actitud y gustarle lo que hace, por ejemplo. Yo en estos días tuve una experiencia de subir a un grupo al pico Naiguatá ( Parque warairarepano, cerro el Ávila, Caracas, Venezuela) y fui como un segundo guía, ya que era el otro aparte del guía (Alexander Escalona) que conocía el camino y con mucha más experiencia, una vez finalizada la excursión y darle mis impresiones lo primero que le dije fue, la próxima vez dejo a esa gente botada, se paran demasiado, por lo que él me comento que esa era precisamente la actitud de un mal guía, ya que si el grupo requería pararse varias veces hay que hacerlo, para guiarlo y orientarlos en lo que hacen o  no, con el fin de no sobrecargar y hacer traumática la trekking.

En tal sentido, podemos decir que la buena o mala experiencia de un viaje, caminata o excursión esta estrechamente relacionada con la actitud del guía y su buena manera de presentar la experiencia.

Y recuerden siempre que lo único que hay entre el pie de la montaña y la cima son las ganas.


 Atte.

David Benitez

lunes, 15 de agosto de 2011

La Edad del Montañismo.



      Al leer este título usted pensara que se trata del tiempo cronológico de la práctica del montañismo, pues, déjenme decirle que tratar de calcular ese tiempo resulta un poco difícil, ya que al hablar de este tema podemos dividirlo desde los deportistas profesionales hasta los que suben alguna montaña para llegar a un refugió o vivienda, en tal sentido hablaremos de la edad física que se requiere para la práctica del deporte en cuestión.
  
Bien si comparamos este deporte con otros, que después de los 30 años se considera al deportista en decadencia o un anciano, este, se puede realizar hasta que la persona quiera, es decir no hay una edad límite o temprana para disfrutar de una buena subida de montaña, yo, he visto y conocido personas mayores de 60 años, subiendo a nivel profesional, es importante saber que la actividad no es solamente tener una cumbre que conquistar, se requiere de preparación, planeamiento, condición física, técnica, conocimientos básicos de primeros auxilios entre otros.
    Siendo esto así, el montañismo es una actividad que se puede practicar a cualquier edad, trae más beneficios que desventajas, claro, como mencione anteriormente no es una actividad que se debe de tomar totalmente a la ligera, ya que existe riesgo de lecciones en el cuerpo, pero tomando en cuenta una serie de precauciones, como son:

1) La condición física, es decir lo que realmente puedo subir y hasta donde quieres llegar
2) La rapidez, no es llegar primero sino saber llegar.
3) Constancia, ser constante en el deporte para rendir mejor.
4) Hidratación, llevar liquido y alimento ya que es nuestra gasolina, y la más importante
5) Lo que trajo lléveselo,  la conservación y mantenimiento de los parques, para poder seguir haciendo este deporte.

  Estos pequeños ítems, sirve a nivel amateur, pero a medida que siga practicando este deporte documéntese y lo mejor no se preocupe de su edad, ya que mientras más lo practique mejor le ira, y le traerá salud y vitalidad, no tenga miedo ni pena, que le aseguro que los resultados los vera a corto tiempo y recuerden que.
 
   Desde el pie de la montaña hasta la cima, solo hacen falta ganas.
 

David Benítez
 

martes, 9 de agosto de 2011

Tela Polar



        El polar fleece (en ingles: vellón polar,forro polar) es una tela sintética de aislamiento térmico generalmente fabricado con PET (El Tereftalato de polietileno) es un polímero que se obtiene mediante una reacción de poli condensación entre el acido tereftalico y etelinlenglicol. Pertenece al grupo de materiales sintético denominados poliésteres. Fue desarrollado por Malden Mills y presentado como sustituto de la lana.
        Puede ser fabricado a partir de reciclaje de envases plásticos, por lo que es considerado una alternativa ecologista a la lana
        Debido a que Aaron Feuerstein, dueño de Malden Mills, decidió no patentar el material su producción y expansión se facilitó, aunque su flamabilidad dificultó su aceptación.
        Las prendas hechas con esta tela vienen tradicionalmente en diferentes espesores: micro, 100, 200, y 300, donde 300 es el más grueso y menos flexible.

Ventajas y desventajas

Ventajas

  • Suave y cómodo de usar.
  • Muy cálido sin pesar demasiado
  • Material hidrófobo, reteniendo menos del 1% de su peso en agua cuando está completamente empapado, y simultáneamente permite la respiración. Debido a esto, el vapor de agua de la transpiración pasa a través y poco queda retenido en la tela. Esto lo hace una buena elección para actividades físicas.
  • Puede ser considerado benigno para el medio ambiente ya que se puede fabricar de PET reciclado obtenido de botellas.
  • Se puede lavar a máquina y se seca rápidamente. Algunas instrucciones específicas incluyen el uso de agua a temperaturas no mayores a 30 °C - 40 °C, y no permiten el uso de plancha.
  • Una buena alternativa para aquellos con alergia o sensibilidad a la lana.
  • Se seca muy rápidamente y retiene gran parte de la capacidad de aislamiento aún cuando está húmedo, debido a las propiedades hidrófobas.

 Desventajas

  • Es inflamable. Si no posee retardante de llama se lo categoriza como tela inflamable de Grupo I, con retardante, es de Grupo II. Las telas del Grupo III son las menos inflamables y se hacen de pelo natural animal, como lana, o sedas.
  • Está hecho de un recurso natural no renovable: petróleo.
  • No absorbe la humedad como el algodón o la lana (aunque es el efecto deseado)
  •  Tiende a generar cargas de estática muy altas. Esto lo hace un imán para pelos de mascotas y polvo.
  • No bloquea el viento (aunque algunos más costosos son más densos y resisten mejor el viento)
  • Puede ser dañado por el lavado a altas temperaturas (se recomiendan temperaturas menores a 30 °C - 40 °C), por el secado a máquina o por el planchado.
  • Los de baja calidad son susceptibles a formar bolitas, a desgastarse y rasgarse.
  • En algunos casos se rasga fácilmente.

jueves, 4 de agosto de 2011

La Fatiga o Cansancio

 
         La fatiga es un factor primordial que se interpone entre el rendimiento deportivo y tú. Si consigues retrasar la fatiga, irás más de prisa y resistirás más tiempo en un nivel de esfuerzo dado y ésa es, precisamente, la finalidad de cualquier entrenamiento. A pesar de ello, nunca acabamos de librarnos del todo de la fatiga, lo cual no deja de ser bueno, pues eso evita que ocasionemos daños a nuestro cuerpo. Sin embargo,  comprender correctamente qué ocasiona la fatiga durante una carrera o un entrenamiento puede permitirnos desarrollar estrategias que retrasen el umbral de aparición de la misma, y esto nos permitirá llegar más lejos o ir más rápido.

        La fatiga o cansancio, que es responsable del decrecimiento de la potencia y los resultados del esfuerzo deportivo, varía en función de la duración del evento. La fatiga que se produce durante una carrera de ochocientos metros es muy distinta de la que se siente cerca del final de un ultramaratón. Sus causas también son diferentes. Aparte del sobrecalentamiento y la deshidratación, que sin duda pueden limitar el rendimiento, existen al menos cuatro razones fisiológicas comunes para la aparición de la fatiga durante las pruebas de resistencia: aumento en el grado de acidosis del organismo, agotamiento del glucógeno y la glucosa, problemas en la sinapsis o puntos de conexión neuromuscular, y por último el aumento de triptófano en el cerebro.
Aumento en la acidosis del organismo. Como ya se describió en “la injusta fama del ácido láctico”, la acumulación de iones hidrógeno en la sangre y los fluidos que bañan las células musculares incrementa la acidosis del organismo y provoca la fatiga durante los esfuerzos breves y muy intensos. Por ejemplo, cuando un ciclista está subiendo una cuesta empinada durante varios minutos en una carretera, los niveles ácidos pueden alcanzar tal concentración que le harán sentir una sensación de quemazón en las piernas, le costará respirar y se verá obligado a bajar el ritmo.
Pero al final de una maratón los niveles ácidos apenas si están por encima de los que se tienen en reposo, a pesar de que el deportista se sienta muy cansado. La mejor manera de mantener a raya esta forma de fatiga es mediante el entrenamiento, sobre todo en niveles próximos o por encima del umbral anaeróbico. Para acercarse a tu umbral anaeróbico, sea de esfuerzo, ritmo, fuerza o pulsaciones, haz una prueba contrarreloj de treinta minutos al ritmo más intenso que puedas soportar. Tu media para los veinte últimos minutos será una valoración muy aproximada a tu umbral anaeróbico.

Agotamiento del glucógeno y la glucosa. El glucógeno es el carbohidrato almacenado en los músculos que utilizamos durante el esfuerzo, nos sirve como combustible. Durante las primeras fases de un ejercicio de resistencia, el glucógeno y la grasa son las principales fuentes para la producción de energía. A fin de que la grasa pueda utilizarse como combustible, debe haber carbohidratos en el musculo. A medida que las reservas de glucógeno comienzan a estar bajas, después de varios minutos de ejercicio por encima del 70 por ciento de la VO2 máxima, el cuerpo recurre al carbohidrato que está circulando en la sangre, que es la glucosa. Mientras tanto, el hígado sigue aportando glucosa de manera continua a la sangre desde sus reservas acumuladas.
Cuando los músculos que están trabajando han agotado su glucógeno y la sangre y el hígado se han quedado sin glucosa, se acabó la fiesta. Te da una pájara. Lo cual quiere decir que el cansancio pesa como una losa. No puedes dar un paso o una pedalada más, a pesar de que tengas miles de calorías de combustible almacenadas como grasa disponible. Estas reservas de carbohidrato pueden agotarse en apenas noventa minutos, dependiendo de lo rápido que vayas y de la forma física en que te encuentres. Cada uno de nosotros tiene su límite.
La única manera de evitar esta forma de fatiga consiste en reabastecer las reservas de carbohidratos aportando combustible, sea líquido o sólido, durante el ejercicio. Podemos elegir entre bebidas isotónicas, geles y barritas energéticas tomadas con agua. La fruta y los zumos no son tan eficaces, pues su azúcar principal es la fructosa y ésta requiere bastante tiempo de procesamiento por parte del organismo, lo que provoca que tal vez no llegue a los músculos cuando hace falta. También puede provocar trastornos gástricos en algunos deportistas durante el ejercicio. Si tu prueba va a durar más de noventa minutos, la reposición de carbohidratos debe comenzar de inmediato.

Fallos en las conexiones neuromusculares. El sistema nervioso transmite impulsos electroquímicos desde la médula espinal hasta las fibras del músculo. El punto en el que el axón del nervio se une a la fibra muscular es donde se produce la enervación del músculo. Por alguna razón desconocida, este sistema de estimulación puede fallar durante las etapas finales de una sesión de ejercicio. Cuando eso sucede, el deportista  es incapaz de estimular por completo un grupo muscular para que se contraiga. El resultado suele llamarse fatiga y a menudo está asociado a los calambres musculares. Como esta situación no está completamente comprendida, evitarla tiene algo de misterioso, pero, en general, mantener una buena hidratación, seguir una dieta rica en electrolitos y tener un buen nivel de forma física en relación con la carrera en la que se vaya a competir pueden ayudar a prevenirla.
Aumento del triptófano en el cerebro. Tampoco sabemos mucho acerca de este factor de fatiga. Lo que sí sabemos es lo siguiente: en las pruebas de larga duración, normalmente de tres horas o más, tienen lugar algunos cambios en los niveles de aminoácidos de la sangre, que a su vez conducen a sutiles reacciones químicas en el cerebro y que producen sensación de somnolencia. Puede suceder que bosteces, que te apetezca tumbarte y hasta que tengas problemas para mantener los ojos abiertos. Ya ni siquiera te planteas un buen tiempo, pues incluso acabar la carrera se convierte en una lucha.
En 1988 algunos investigadores descubrieron que durante las pruebas de larga duración los niveles en sangre de un aminoácido, el triptófano, alcanzaban valores superiores al doble de lo normal. Les pareció muy curioso, ya que los niveles de los restantes aminoácidos de cadena ramificada compiten para entrar en el cerebro en el mismo medio de transporte de la sangre: la albúmina.
Normalmente, los aminoácidos de cadena ramificada ganan en esta competición y entran en el cerebro en cantidades mayores que el triptófano. Pero a medida que los aminoácidos de cadena ramificada se agotan, las moléculas de triptófano encuentran vía libre para entrar en el cerebro en mayor cantidad, y allí se convierten en una sustancia conocida como serotonina. La serotonina es lo que te ayuda a dormirte por la noche. Si tiendes a padecer este problema en las fases finales de las carreras largas, puede merecerte la pena probar a tomar un complemento de aminoácidos de cadena ramificada antes de participar en este tipo de eventos.
           Como los aminoácidos de cadena ramificada se encuentran de modo natural en los alimentos de nuestra dieta, la probabilidad de tener problemas de salud a largo o corto plazo por incluirlos en nuestra comida de precompetición es muy baja. De todos modos, es aconsejable probar esto en el transcurso de los entrenamientos, antes de hacerlo para una carrera.
Por desgracia, no se ha establecido ninguna dosis óptima. Algunos estudios tuvieron éxito administrando hasta 14 gramos (14,000 mg) d aminoácidos de cadena ramificada antes del ejercicio. Probablemente lo mejor es tomarlos como mínimo una hora antes de la salida. Ésta es también la razón por la que en el capítulo 2 sugerimos incluir proteína en la última comida antes de la carrera.